En un incidente profundamente perturbador en Estepona, un niño de 12 años, al que llamaremos Íker, ha sido gravemente herido por un vecino debido al ruido de un balón. Íker, apasionado por el fútbol y admirador de Iker Casillas, solía jugar como portero y es un seguidor del Real Madrid.
La tragedia ocurrió alrededor de las seis de la tarde, cuando Íker y tres amigos bajaron a jugar en las zonas comunes de su complejo residencial. Mientras jugaban, un vecino de la urbanización, un hombre de 38 años, les exigió que dejaran de jugar. Según Elena (nombre ficticio), la madre de Íker, este vecino ha mostrado repetidamente su molestia por el ruido de los niños jugando, llegando a regañarles en varias ocasiones.
Elena, quien vive en el piso superior al del agresor, describe al vecino como “conflictivo” y menciona que hay un temor generalizado hacia él en la comunidad. Ella ha intentado dialogar con él anteriormente, explicándole que, aunque podría entender su molestia durante la hora de la siesta, los niños tienen derecho a jugar en otros momentos.
El ataque contra Íker fue tan severo que el niño tuvo que ser ingresado en la UCI. Este suceso no solo es un shock para la familia de Íker, sino también para toda la comunidad de Estepona, al ver cómo un simple juego infantil ha desencadenado una reacción tan violenta y desproporcionada.
La situación plantea serias preguntas sobre la tolerancia y el respeto dentro de las comunidades residenciales, así como la necesidad de proteger a los niños y garantizar su derecho a jugar y disfrutar de su infancia de manera segura. Este trágico evento ha conmocionado a la comunidad local y ha generado una discusión sobre cómo manejar los conflictos vecinales de manera pacífica y constructiva.
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